No hay duda de que en lo que va de este 2018 el gran tema que se ha tomado la palestra –dentro del Mercado de Medicamentos en Chile- es el proyecto de Ley de Fármacos II y todas las posibles consecuencias que tendría para toda la industria y los diferentes actores que la componen. Por esa razón, la Asociación Industrial de Laboratorios Farmacéuticos (Asilfa) y la Cámara de Innovación Farmacéutica (CIF), dos de los gremios más importantes del rubro, en una entrevista a Diario Financiero manifestaron su posición frente a un debate que aparentemente está lejos de finalizar.

Ya lo hemos mencionado en publicaciones anteriores, y es que dentro de las indicaciones que componen lo que sería la Ley de Fármacos II está la puesta en marcha de un comparador de precios online –que ya está disponible- y la posibilidad de que el Minsal acceda directamente al mercado internacional de medicamentos. Al respecto, Elmer Torres, vicepresidente ejecutivo de Asilfa, manifestó estar de acuerdo, ya que “permite al usuario informarse de los precios de los fármacos en diferentes farmacias y optar por el mejor costo. Y acceder directamente al mercado internacional de medicamentos nos parece bien, sobre todo en productos de alto costo y en la medida que cumplan con las regulaciones y normas de alta vigilancia sanitaria”. Asimismo, al referirse a la venta de remedios sin receta médica en Supermercados, agregó que “esta medida tendrá un efecto positivo, considerando que hay muchas comunas y sectores del país que no tienen farmacia”.

"Es necesario que se consideren las verdaderas capacidades de la industria local"

Uno de los puntos más delicados y cuestionados de lo que sería la nueva Ley de Fármacos II, es la eliminación de la indicación que prohíbe la integración vertical entre laboratorios y farmacias. Según Torres, “se debería reponer la indicación original de este proyecto de ley, que no permitía la integración vertical y las marcas propias de las cadenas de farmacia que tienen hoy el 90% del mercado. En Chile, el paciente queda a merced de un dependiente de la farmacia que cuenta con incentivos económicos para vender los productos de su propia cadena y eso atenta contra la libre competencia”.

 CIF vs. Proyecto de Ley de Fármacos II

Una de las principales críticas que realizó la CIF desde que se inició la discusión sobre el proyecto de Ley de Fármacos II en 2015, fue que se había dejado de lado el objetivo original de ésta, que es la modificación del Código Sanitario para regular los genéricos bioequivalentes y prohibir la integración vertical. Para Jean-Jacques Duhart, vicepresidente ejecutivo de la Cámara, “en lugar de dar señales claras hacia el fortalecimiento de los genéricos bioequivalentes, como una alternativa para mejorar el acceso de los chilenos a medicamentos de calidad, se introdujo una serie de indicaciones que 'ponían ripio' a las marcas”.

A pesar de que el proyecto de ley fue despachado por el Senado a comienzos de este año, para la CIF era fundamental avanzar en políticas que incentivaran la competencia y transparencia. Pero ¿qué faltaba por hacer? La respuesta para Duhart es simple: bioequivalencia, es decir, “nivelar la cancha” teniendo medicamentos de calidad comparable.

"Vemos positivamente que las nuevas autoridades hayan reafirmado su compromiso por retomar la bioequivalencia"

Por otra parte, Duhart sostuvo que la indicación presentada en el proyecto de Ley de Fármacos II por el Ejecutivo restablece la posibilidad de prescribir por marca, "pero tiene, a nuestro juicio, una redacción poco precisa pues mantiene la obligación de prescribir por la Denominación Común Internacional (DCI) a todo evento, pero luego dice que el producto prescrito podrá ser intercambiado por cualquier DCI. A su parecer “esta redacción deja abierta la posibilidad de que eventualmente se pudiera intercambiar por cualquier otro DCI. Algo que, sin embargo, se puede corregir. Lo más preocupante es que, aunque se repone la posibilidad de prescribir por marca, se insiste en la prescripción por DCI a todo evento, sin especificar para qué”.

El riesgo que esto podría provocar, a juicio de Duhart, es que se genere una ‘perforación de la receta médica’, es decir, “más allá de que el médico pueda poner una marca, al recetar con un DCI que no dice exactamente para qué es, una vez que la receta llega a la farmacia, en un contexto de muchas versiones de ese DCI, el dependiente del mesón es quien decide qué medicamento vender. Y, por racionalidad económica, nadie asegura que ese dependiente entregue el más barato, el genérico o el de calidad. Lo que iría en contra del objetivo del proyecto”, explica.

Como posible solución, desde la CIF proponen preservar en el proyecto de Ley de Fármacos II la libertad de prescripción y que el profesional de la salud que realice la recomendación del medicamento en cuestión pueda elegir entre las alternativas registradas en Chile. Pero por sobre todo que “el médico ponga la DCI para efectos de información y así ir generando una cultura ciudadana en este tema. Junto con ello, que la intercambiabilidad quede condicionada a que se haga por un producto de calidad comparable. Todo esto, cuidando dos criterios: para ser comparable en calidad, tiene que ser bioequivalente, y para asegurar que sea el más económico, que sea el genérico bioequivalente sin marca”.